inmediata. En este sentido, resulta forzoso perfeccionar la técnica para realizar
ejercicios y trucos que cautiven las miradas y que puedan ganar la lucha por la
atención ante los diferentes actores del espacio público: carteles, vendedores
ambulantes, ruidos, y por supuesto otros artistas callejeros. No hay margen posible
para la prueba, la búsqueda o la experimentación -componentes tan hegemónicos
y valorizados en el ágora contemporánea (Groys, 2018); hay que ir a lo seguro, a lo
vistoso y por supuesto llevar adelante una rutina perfectamente estudiada que se
desenvuelva a contrarreloj. Casi al comienzo de la obra uno de los personajes,
nombrado Makolin, le comenta a otro de ellos, el Pipi, que a los cinco minutos de
haber llegado al semáforo a comenzar su jornada laboral, en el semáforo de
enfrente otro artista se puso a hacer malabares con fuego. Ante semejante lucha,
imposible de ganar, decidió volver a la casa y dar por finalizado el día. Empieza a
desarrollarse, así, la primera tensión en torno a un punto fundamental del circo,
que es el impacto que puede -y busca- generar. En este sentido, la velocidad del
truco, la rutina y la acción, marca un pulso continuo que hace que la escena teatral
de la obra avance constantemente. Se mantiene viva la premisa fundamental del
semáforo, tiene que impactar y tiene que hacerlo en muy pocos segundos. No por
ello, se resignan aquellas búsquedas contemporáneas, orientadas a construir un
lenguaje específico propio del teatro. En
Amista´
las formas de aparición de la
técnica del circo no están situadas en el espacio representativo de la calle, sino
en un lugar íntimo, específicamente la casa que comparten los tres personajes;
esto, además de ser el pie para el desarrollo de situaciones que no forman parte
del ámbito laboral, exige también cierto ingenio creativo y dramatúrgico para que
el circo pueda aparecer. Sin embargo, estas formas de aparición son a partir de
aquellas cuestiones y características que forman parte de la vida a la intemperie
mencionada anteriormente. Continuando con la situación que fue relatada recién,
la obra toma como un eje central la competencia que existe entre los tres
personajes, que no solamente se enfrentan a aquellos actores externos del
espacio público, sino también en su rutina diaria convivencial. La casa se vuelve
un espacio posible para mostrarse y competir por ver quién ejecuta el truco más
difícil; esta competencia se da de forma literal, a través de un concurso casero y
de una serie de apuestas económicas entre ellos. Así, vemos a los personajes